Obispos contra ley de casinos en Mass.

BOSTON - Mientras la Comisión de Apuestas discutía sobre el otorgamiento de una licencia de casino para el área de Boston, obispos católicos de Massachusetts hicieron pública su posición a favor de revocar la ley que rige el sector en el referendum de noviembre.

En un comunicado firmado por el cardenal Sean O'Malley, obispo de Boston, Robert J. McManus, obispo de Worcester, Mitchell T. Rozansk, obispo de Springfield y George W. Coleman , administrador apostólico de Fall River, indicaron que "se sienten obligados a oponerse a la expansión de los juegos de azar en Massachusetts".

En tal sentido instan "a los ciudadanos a votar "Sí" en la pregunta 3 de la boleta electoral del 4 de noviembre...voto que prohibiría casinos y salas de tragamonedas en el estado".

Los prelados admiten que aunque la Iglesia Católica ve el juego como una forma legítima de entretenimiento cuando se hace en moderación, ampliar las oportunidades de juego en Massachusetts "abre la puerta a una nueva forma de juegos de azar depredadores".

Sus razones

Los religiosos alegan que cuando se aprobó la ley de casino en 2011 el estado atravesaba por un alto desempleo y "las familias dependían de ayuda estatal para sobrevivir , y cada vez más se enfrentaban a la dura realidad de la pobreza". Coyuntura que alimentó el debate a favor de la expansión del juego en Massachusetts.

Su carta hace mención a que en la actualidad la situación de la economía del estado "es claramente más robusta" y citan el actual declive de la industria de los juegos de azar en la región.

"Otros estados del noreste, donde el juego es legal, han visto tendencias preocupantes en una disminución de los ingresos en sus centros de juego. Casinos de New Jersey y Connecticut están luchando y cerrando. De hecho, parece probable que cinco de los doce casinos en Atlantic City cerrarán a finales de 2014", ejemplifica el comunicado evidenciando el temor a que puestos de trabajo creados se pierdan más adelante al repetirse esa "tendencia".

Otro de los argumentos de los obispos es que "la dependencia de los ingresos del juego en vecinos estados de Nueva Inglaterra, como Nueva Hampshire, Rhode Island y Maine sólo aumenta la presión en el sector y disminuirá el éxito económico de la industria del juego en Massachusetts.

Por último creen que la industria de los juegos de azar "amenaza los negocios locales, debilita el tejido moral de la sociedad, y altera fundamentalmente las comunidades en las próximas décadas".

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